Plática con Luis Bolit de ASDRA

Hace dos semanas estuve en Buenos Aires y tuve la oportunidad de entrevistarme con Luis Bulit Goñi, politólogo, padre de tres hijos, uno de ellos un joven de 27 años con Síndrome de Down . El es fundador de Asdra (Asociación Síndrome de Down de la República de Argentina) y ha estado en México varias veces como conferencista. El principal interés de la plática giró en torno al papel de los profesionistas de educación en la visión de la educación inclusiva y el papel de las asociaciones de los padres de familia en este mismo campo.

Aquí algunas de las inquietudes y las ideas centrales, porque es un gusto conocer a un señor en toda la extensión de la palabra que compartió su tiempo y experiencia con nosotros con la sencillez que caracteriza a las personas sabias.

Luis dice que hay dos tipos de asociaciones y organizaciones de la sociedad civil:

1-. Las que ofrecen servicios educativos, profesionales y cobran por ellos y
2-. Las que no prestan servicios profesionales, sino sociales: agrupan a los padres, los empoderan, los acompañan en su lucha diaria por la inclusión.

En las primeras asociaciones trabajan muchos profesionistas muy bien calificados algunos, sin embargo se quedaron en un enfoque de atención clínico, donde las personas con discapacidad son pacientes a los que hay que curar. Por supuesto que reconoce la gran labor que estas asociaciones y profesionistas han hecho a favor de las personas con discapacidad cuando no había otra opción para ellos en décadas pasadas.

El peligro es la comodidad, quedarse en este status quo, padres y profesionistas donde se crean “ghetos” de personas con discapacidad que se bastan a si mismas aparentemente con poca relación con el contexto, con el mundo. Para una familia, es mucho más cómodo la educación especial que la educación inclusiva, porque la segunda es mucho mas exigente, la realidad de la discapacidad frente a la “normalidad” está ahí a diario y nos interpela a todos, a los maestros, terapeutas, padres de familia. Todos los dias pone la lupa sobre aquello en lo que hay que trabajar con el niño/a que asiste a una escuela regular y se enfrenta a las barreras para el aprendizaje cotidiano. Y tambièn pone una lupa sobre el entorno, sobre las metodologías rígidas de los docentes, o las metodologías inadecuadas en cuanto a manejo de conductas, motivación, intereses, estilos de aprendizaje, etc. Y sobre el equipo de apoyo: los padres o profesionistas externos que requieren hacer equipo con maestros de grupo, psicóloga escolar, etc.

La tarea de la educación inclusiva no es fácil sin embargo es un derecho de las personas con discapacidad, NO es una opción de los padres. Derecho a pertenecer, a aprender en un ambiente real, el del mundo que compartimos en la diversidad humana. Luis Bulit

El peligro está en hacer una educación inclusiva como “experiencia” y sin preparación suficiente, sin sistematicidad ni evaluación , por ensayo y error. La educación no se improvisa. Estas experiencias resultan muy dolorosas para la familia y cierran las puertas a la educación inclusiva para otros niños con discapacidad en un futuro inmediato. Es como querer hacer un buen pastel de queso con zarzamora (que es muy específico) sólo con harina y dos huevos.

He experimentado muy de cerca este tipo de dolor en las familias que acuden a Declic frustradas de la experiencia de la integración en la escuela regular. Y la gran mayoría de las veces fueron en una escuela preescolar o primeros años de primaria que se intentaba probar que teniendo el salón de clases, la buena voluntad de el o la directora, la maestra de grupo dispuesta y una monitora en muchos casos, el niño/a iba a “avanzar” en su proceso académico porque ellos “imitan” todo, aprenden todo sólo que más lento. Esto es una fantasía sin bases realistas que termina por frustrar. El voluntarismo es tan grave como la negación de una escuela al ingreso de un alumno con discapacidad. “Hacer el bien es muy fácil, lo difícil es saber qué es hacer el bien y hacerlo bien”.


Otra idea de Luis acerca del papel de los profesionistas es la de dar asesoría adecuada a las asociaciones de padres, porque requieren expertos en los distintos aspectos de la vida de sus hijos que requieren ir enfrentando de acuerdo a las etapas de desarrollo. Por lo tanto, fomentar redes de padres de acuerdo a la edad de los niños es un buen camino para que los padres enfrenten los problemas y soluciones junto a otros padres. Los padres requieren de una información valiosa acerca del proceso de aprendizaje de un niño, joven, adulto con discapacidad intelectual, cómo entenderlo, estimularlo, apoyarlo y sobre todo, apoyarse unos a otros en este camino, compartiendo inquietudes y luchas individuales que ningún otro padre o madre podrá dar en su lugar, en la educación de un hijo/a con discapacidad.

Aquí surge otra gran ventaja de pertenecer a una asociación: hay momentos en que las fuerzas se agotan y es la solidaridad de otros padres lo que contagia y anima a continuar. Y Luis habla también de las luchas compartidas, las que cambian las políticas públicas de un país en materias de derechos humanos de las personas con discapacidad: educación, salud, trabajo, recreación….

Para avanzar en una sociedad inclusiva que respete la diversidad, no son suficientes congresos, cursos y talleres donde asistan personas que trabajan o viven con chicos con discapacidad. Eso en palabras de Luis, es cantarle la canción que ya nos sabemos “al mismo coro”, lo importante es que nuestra voz llegue al público en general, a los maestros regulares y especiales, a doctores y abogados, a estudiantes y padres de hijos sin discapacidad.

Las aptitudes pueden aprenderse en congresos, cursos, talleres y e las universidades. Las actitudes adecuadas son lo difícil de aprender.

Por ello es importante compartir lo aprendido con Luis en este encuentro. Muy buen inicio de semana para todos y todas.


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